Añada: 2018
Variedades: Chardonnay 100%.
Nota de cata: Vendimia Manual
procedente de pequeñas parcelas propias, con una edad promedio 45 años.
Elaboración artesanal, con maceración prefermentativa, y fermantación
espontánea con levaduras naturales. Crianza sobre lías en tinajas de barro de
2000 litros de capacidad durante 3 meses. Color amarillo pálido con reflejos
verdosos, intensidad media-alta dominando los aromas frutales en los que
aparecen manzana verde, melocotón, maracuyá, lichi y cítricos. Recuerdos
finales a aromas florales complejos como la miel, manzanilla e higos. Buen
equilibrio dulce-ácido en boca, acidez media con sensación refrescante en boca
durante un largo tiempo. Retro nasal con notas especiadas como almendras y
minerales de barro húmedo proveniente de la crianza en ánfora.
Maridaje: Ideal para
moluscos, mariscos y pescados al horno. También con pastas o tapas españolas.
Temperatura de servicio: Servir entre
13 y 15ºC.
Guía Peñin 2019: 88 pts - "Color: amarillo
brillante. Aroma: fruta madura, floral, hierbas secas, terroso. Boca: sabroso,
graso, frutoso, fino amargor." - Añada 2017
Otros datos de interés: Bodegas Las
Calzadas, nombre que proviene del cruce de caminos romanos que unían Complutum
(Alcalá de Henares) con Cartago Nova (Cartagena) parte en conservación y
restaurados. Las calzadas se realizaron sobre caminos ya existentes, sobre
senderos y caminos de tierra, pero exigen un gran trabajo de drenaje,
excavación, aplanamiento, etc., hasta su aspecto final con empedrado. Las
calzadas quedaban sólidamente dispuestas al asentarse sobre una capa inicial de
grava, otra de cemento y finalmente con las grandes losas colocadas en grandes
bloques. La Bodega Las Calzadas ha sido construida buscando la recreación de
cómo eran las bodegas a principio del siglo XX, utilizando piedra y madera para
que transmitir la esencia de aquellos tiempos. Por dentro, la bodega está
compuesta por 30 tinajas de barro de 150 años de antigüedad, de diferentes
tamaños. En definitiva, una bodega artesanal, que recupera y representa la
elaboración tradicional de los vinos de nuestra tierra de una forma familiar y
con la esencia de la Manchuela Conquense. La producción está limitada a 15.000
botellas anuales elaboradas todas ellas desde la viticultura ecológica y el
respeto por el medio ambiente. La bodega se enclava en un pueblo de apenas 300
habitantes, presa de la despoblación y que lucha por recuperar el glorioso
pasado vitivinícola que aún conserva. Es el entorno perfecto para que Daniel
Sevilla, con solo 23 años y después de su formación de Enólogo en la
Universidad de La Rioja, Máster en Enología y Viticultura por la UCLM y
experiencia enológica en bodegas de La Rioja, Nueva Zelanda y Australia regrese
a su localidad para con el apoyo de su familia recuperar los viñedos antiguos y
la tradición de elaborar vinos artesanos. Todo un sueño, una ambición, reto
difícil en zona difícil pero con gran ilusión. También trabajan en el proyecto
su padre Jose Julián Sevilla, apasionado viticultor y con experiencia en la
elaboración de vinos durante 20 años de su vida, su madre Josefina Medina
encargada de recepción de visitas y la tienda. Además colaboran en el proyecto
amigos y conocidos de la familia.